El Señor Jagannath y la Yogini


Su suave sonrisa era el blanco de las miradas, como si los ojos fueran solamente para esa visión. La gente que pasaba por el templo Le lanzaba una mirada. Su cara era tan nectárea que llamaba la atención de los peregrinos que se apresuraban a tomar darsana del Señor Jagannatha, pero Jnanadei continuaba haciendo las guirnaldas para el Señor, con su cara hacia abajo.

Cuando llegaba un cliente por una guirnalda, ella la ponía a un lado envuelta en una hoja de banano, nunca toco una mano aun inconscientemente. Pero una vez el hijo del jefe de pujaris le arrebató una guirnalda cuando ella la envolvía. Inmediatamente las flores cayeron por doquier. Con un llanto agudo él sintió un calambre en su mano y sin energía. La gente reunida en su alrededor, veía al muchacho en tan penosa condición. Pero la Malini, la muchacha florista, continuaba con su trabajo, aunque su cara era ahora mas seria. ¿El joven muchacho había cometido una grave ofensa y ahora estaba pagando con este percance?

Después de este incidente, se hizo una fantasía popular entre la gente de tocar a la Malini. A veces estaba tan cerca de tocarla, pero su ánimo se evaporaba en el aire. Un sentimiento de temor reverencial se apoderaba de ellos, como si se congelaran al momento. Por lo tanto en un momento de indecisión y temor se alejaban de su cara tan brillante que parecía como una flor fresca.

Era el siglo XIII y el rey de Puri, Mukunda Deva, llegó al templo recibido con música de instrumentos de Begul, y el saludo de bienvenida de los devotos. El sonido de regocijo rompió el silencio de la florista que subió su cara y miró al rey. El Rey Mukunda Deva, le dirigió una regia mirada. Al mirar directamente a sus ojos, él sintió como si hubiese sido tomado por el poder de sus ojos azules en esa cara tan fina. De alguna forma u otra se controló y caminó hacia el santuario interior del templo. Hay descripciones muy vívidas de belleza femenina en los clásicos, pero ellos son insignificantes cuando se comparan con la resplandecencia de la cara de Jnanadei.

Se originó una especulación popular entre los habitantes que ella había venido de Sri Ksetra solamente a ser una tentación, tan atractiva era su apariencia. Su rizado y exuberante cabello estaba peinado con olorosas flores; añadiendo más lustre a sus encantos. Sus cejas estaban delicadamente arqueadas y bajo de su gran frente, sus grandes ojos eran muy irresistibles, como una pieza de hierro hacia el imán. Sus duros senos estaban llenos y bien formados, como dos tazas de la leche más rica de la madre, invitando al niño a beber. Tal era la excelencia de su belleza.

Jnanadei se hizo cargo del servicio de las flores en el templo después de su padre adoptivo. Una vez él soñó que una pequeña niña vendría por la mañana. Cuando él envejeció no pudo hacer el servicio de florista y ella venía a ayudarlo. Así fue como Jnanadei se fue a vivir a la casa de su padre adoptivo. El viejo no tenía esposa ni hijos, además que no tenía dinero para casar a Jnanadei. Después de su muerte la Malini entrenó animales domésticos como borregos y pericos, le enseñó a los pericos a cantar los nombres de Jagannatha, así la atmosfera silenciosa de la casa resonó a la pronunciación de los nombres del Señor. A la sorpresa de los vecinos, huellas de pezuña se encontraron alrededor de su casa. Se inició un rumor de que un pretendiente rico había venido a caballo la noche anterior. Como resultado de estos chismes, Jnanadei estaba muy molesta, así que ella nunca miró a nadie más.

La gente vecina mantuvo guardia y hasta algunas veces pasaron algunas noches sin dormir tratando de descubrir la verdad, pero todo fue en vano. No podrían rastrear la venida de un caballo o la identidad de aquel amor ilícito. Que le importaba a ella si esta gente se estaba volviendo loca sobre al respecto, así que Jnanadei continuó con el servicio y otra vez se olvidó de la conspiración pública que la rodeaba. En el transcurso de los eventos, el rey fue informado de este supuesto amorío de ella y ordenó que se indagara, no fuera que ella estuviera teniendo tratos con el enemigo extranjero, pero los agentes secretos del rey no pudieron hacer nada.

Intentaron entrar en la casa secretamente, pero fue en vano, ellos se sintieron hipnotizados y sin poder pasar a través de la puerta. Entonces se escondieron afuera de su casa y escucharon adentro unos sonidos de galanteo a mitad de la noche. De pronto se escuchó el enigmático cantar de “¡Jaya Jagannatha! ¡Oh Subadra, sálvanos!”. Wsto confirmó que Jnanadei estaba simplemente rezando en soledad. El rey supo de la genuinidad de ella y después de obtener el reporte final de sus espías decidió presentarse ante la yogini. La historia ha sido pasada a nosotros de esta manera:

Era el año 1628, en este tiempo la adoración a Siva era muy popular. En una ocasión llovía tan fuerte que Jnanadei se encaminaba a su casa sin un paraguas, aún así la lluvia no tocó su cuerpo como si un paraguas invisible la cubriera. Al ver semejante proeza mágica la gente creyó que ella era una yogini con poderes especiales. Esto hizo que las mujeres la visitaran para que las ayudase con tratamientos de salud: “no nos iremos hasta que nos cures, no pretendas que no puedes ya que tu puedes traer néctar del cielo si en verdad lo quieres”.
Entonces Jnanadei se daba por vencida y decía: “toma agua de esta vasija y rocía un poco sobre tu hijo para que así tengas buena salud y vigor”.

Desafortunadamente, entre más curaba más se reunía diariamente la gente afuera de su casa, los tradicionales adoradores de Siva se sintieron muy envidiosos y decidieron usar sus poderes místicos para detenerla de una forma u otra. Necromanceros fueron llamados para volverla tonta, no teniendo éxito regresaron al sacerdote sivaita, lamentando: “ella ha obtenido realizaciones espirituales y su alma es parte del espacio ilimitado”.

“¡Oh, estamos frustrados! Lloró el sacerdote. ¡Al menos hubiesen enloquecido a los borregos!”. Pero los mensajeros contestaron: “no había ningún borrego, más bien tantras en piel de borrego. Ellos se convertían en borregos durante el día y tántricos en la noche”.
Una sensación de desafío se apoderó de los adoradores de Siva. Ellos dijeron graves alegaciones en contra de Jnanadei al rey. Ellos dijeron que ella planeaba que los templos no tuvieran ningún poder, y que los sacerdotes se convirtieran en mudos. El rey ordenó: “ hay que invadir su casa”.

Antes del arribo de los soldados, un perico voló de su jaula e informó a Jnanadei de la orden del rey. Jnanadei permanecía inmóvil y oró al Señor Jagannatha para que Él estuviese de su parte y la protegiera.

“No temas, se fuerte y bravía aún en el clima más duro”, ella escuchó una voz desde arriba. “Yo desciendo cada vez que es necesario, aún cuando soy trascendental a este mundo material. Mi aparición es para levantar a devotos como tú. Aún Sita, la mujer más casta tuvo que sobrepasar el empuje de la vergüenza pública, que hablar de una dama como tú. Tú tendrás que encarar una prueba de fuego también ¿por qué has transformado tántricos en borregos? Crema es la forma condensada de la leche, pero un bebé no puede subsistir bebiéndola, tiene que tomar leche. De cualquier manera, no te preocupes, Yo estoy contigo. Has a un lado tus poderes especiales y llámame a solas. Yo estoy siempre contigo. ¿No es ese mi deber?”. susurró la suave voz desde arriba.

Este amoroso susurró consoló a Jnanadei, quien se sentó a solas en su casa. Hasta sus borregos no había probado bocado desde temprano en la mañana. Calmadamente Jnanadei vio como los soldados del rey rodeaban su casa, aún cuando no habían leído la orden, rodeada por soldados, la yogini y sus cinco borregos se encaminaron al palacio del rey.

Nadie sabía cómo convertir un borrego en hombre y viceversa. El aire estaba lleno de suspenso: “ella podía hacer eso a nosotros si lo desea”, ellos temieron. “¿Qué clase de mujer es ella? Si se ha pasado las noches con cinco hombres, ¿Cómo él Señor puede llevar una guirnalda hecha por ella?”. Otros estaban del lado de yogini y replicaron: “no levanten una palabra en contra de la integridad de su carácter, tengan paciencia y esperen por el veredicto del rey”.
El grupo estaba cerca del palacio real. El gentío constantemente cambiaba impresiones acerca de ella. ¿Era ella un misterio encarnado? No, ella era una ordinaria florista, otros decían que su carácter era puro e inocente. El rey mismo adoraba a Siva, Jnanadei estaba de pie enfrente de él con sus manos juntas y su cabeza baja. El rey no podía ver a su cara porque estaba tan resplandeciente.

“Me llamo Jnanadei Malini, la experta florista. Una vez el príncipe de Suvarnapura vino a verte”.
“¿Para qué?”, preguntó el rey.
“Si su majestad. Él vino a mí para aprender el arte de ciertas meditaciones místicas. Ahora él se quedó conmigo”. “¿Puedo verlo?”, Cuestionó el rey.
Jnanadei inmediatamente miró hacia atrás y tocó la espalda de uno de sus borregos. Al cerrar de un ojo, éste se convirtió en un joven hombre. El príncipe dio reverencias al rey. Todos estaban sorprendidos. Luego los otros cuatro borregos fueron transformados de nuevo en hombres.

Los fornidos hombres del templo de Siva aclamaron con castigar a la dama diciendo: “ves, todas nuestras alegaciones están bien fundadas”.
El rey ordenó que se callaran y dirigió una mirada inquiriente al príncipe de Suvernapura. El príncipe respondió: “oh rey, la ciencia mística demanda privacidad y secreto. Mentes ordinarias podrían ser mal dirigidas. Esta dama no tiene ninguna mala intención”.

“¿Qué de los otros cuatro?”, preguntó el rey, “¿es verdad que están conspirando en contra de los templos de Siva?”. “No, de ninguna manera”, ellos respondieron con vehemencia. “Ellos están simplemente celosos de los atributos espirituales de esta mujer. Su propia conspiración se ha vuelto en contra de ellos, es por eso que algunos han perdido el habla”. “¿Puedes ayudarlos a que recuperen el poder de hablar?”, el rey giró hacia Jnanadei y preguntó.

“Las cosas pueden tomar cualquier forma, si mi Señor Jagannatha lo desea, Él pude hacer y deshacer cualquier cosa”, dijo Jnanadei quedamente. Con sus manos unidas ella rezó. Después de algún tiempo, una sombra descendió y tomó la forma del Señor Jagannatha. Al ver esto, todos empezaron a cantar las glorias de Dios, y los sacerdotes sivaistas recobraron el habla.

El rey bajó de su trono humildemente; un pequeño rey cubierto por la sombra de Uno más grande. Entonces la enorme sombra desapareció.
Jnanadei regresó de su trance y fue directamente al templo. Allí empezó a hacer guirnaldas, las más hermosas de Tulasi. Eran de doce pies de largo, conocidas como Dhanvamala, la cual abarcaría completamente al Señor Jagannatha de un brazo al otro, y ella dio esta Dhanva-mala al Señor para agradecer su grandiosidad en la hora de necesidad.

¡¡JAYA JAGANNATHA!!