El Señor Jagannatha y la diosa Carcika


No solo la gente de alrededor del mundo viene a ver a Jagannatha, sino también los semidioses y semidiosas. Se dice que estos devas les interesa más ver la última ceremonia del día conocida como Pahuda, en la cual Jagannatha se retira a descansar. Esta se lleva a cabo a una hora después de la media noche. Tres hermosas camas hechas de marfil y decoradas con las flores mas perfumadas especialmente jazmines blancos, son llevadas frente a las deidades. Las flores son esparcidas por las camas al sonido de música devocional y las formas diminutas doradas de Jagannatha, Subhadra y Balarama son acostadas listas para dormir. Enseguida arati, la ofrenda de la lámpara se lleva a cabo y las flores son esparcidas alrededor para ser tomadas por los semidioses y semidiosas como una misericordia del Señor Jagannatha. También es el deber de los semidioses y semidiosas estar presentes cada noche para esta ceremonia.

Un día la semidiosa Carcika de una aldea distante llamada Banki, llegó tarde a dicha función. Ella fue disculpada por el Señor Jagannatha, quien disculpa todos los errores, pero Balabhadra no la disculpó. “Madre, ¿tú crees que los rituales de este templo deben llevarse de acuerdo a nuestra conveniencia? Tú te has enorgullecido mucho en estos últimos días. ¡Fuera! no puedes venir a presenciar la ceremonia de Pahuda nunca más”.

Carcika no está preparada para recibir esta negativa de Balabhadra. Llena de ira contestó: “yo no soy la que se ha enorgullecido, eres tú quien se ha vuelto muy ostentoso, al ser vestido de una manera tan opulenta, adornado con mantos reales, ornamentos de oro y flores de dulce aroma. Yo tengo ocho manos, pero tú sin tener manos piensas que lo haces todo. ¿Quién es entonces el orgulloso? Así que por, favor déjame pasar para ver a mi Señor. ¿Por qué me estás discriminando de esta manera si sólo he cometido una pequeña ofensa?”.

Después de esto Balabhadra se enojó mucho más y perdió el control: “Tu mal comportamiento hacia Bhitarcha Mahapatra, el sacerdote en jefe es muy grave, he sido ordenado por él para que no te permita entrar al templo más. ¿Cómo puedes ir y proteger el área que te corresponde de Banki, aún con tus ocho brazos si no tienes disciplina?

Carcika le respondió: “Oh, entonces déjame ir y le pediré que me perdone. No tendré paz alguna si no veo a mi Señor. Seré de nuevo feliz si soy perdonada”. Carcika fue dejada ahí al final de Neishipabacha, las veintidós gradas que llevan al templo. La noche entera estaba por terminar y su corazón se agitó mucho. Era casi de mañana y los sevakas venían del templo. Los semidioses de todos los rincones del mundo habían venido esa noche, como era de costumbre a consultar con el Señor Jagannatha.

Ahora ellos se retiraban para ejecutar su deseo. Solamente Carcika fue dejada de pie cerca de la entrada. Si un semidios no cumple con su deber, puede causar daño a otros, así que debe ser reemplazado. El pecado de ser demasiado orgulloso es casi irremediable. Mientras Carcika recordaba esto, Balabhadra vino nuevamente con la mala noticia de que no se le permitiría entrar.

Balabhadra le dio el mensaje de Jagannatha: “Un semidios que es muy orgulloso no puede ser admitido. Si tú deseas redimirte, ve y ofrece tu servicio en el hogar de Bhitarcha Mahapatra, el sacerdote en jefe a cuya función viniste tarde y no vengas a mi. Solo Bhitarcha Mahapatra puede disculparte, si él lo desea y está complacido con tu servicio”.

Baladeva le explicó: “Por la práctica de actividades piadosas un hombre ordinario puede ir ascendiendo y eventualmente obtener el estatus de un semidios. Tan buena alma puede ser tratada como Dios mismo, pero solamente por su bondad, no por su posición. ¿Sabes esto, madre?

Carcika contestó: “Si, he actuado mal. Yo misma me tomaré la tarea de ir y servir a este hombre llamado Bhitarcha Mahapatra, aunque yo sea una semidiosa de una orden más alta. Le serviré a un hombre quien es un sirviente del Señor Jagannatha. Permíteme abandonar este lugar antes de que los otros salgan”.

Disfrazándose como una joven viuda, vestida con un sari blanco, Carcika se alejó del templo y se dirigió a la casa de Bitarcha Mahapatra. Mientras se acercaba, vio al viejo hombre sentado en las gradas del templo, entonces ella rápidamente se cubrió la cara con su sari y respetuosamente se detuvo a cierta distancia. El hombre levantó su cara y pensó: “¿Quién es esta dama? Solo puedo ver una parte de su cara. Pero ella luce tan joven y radiante Nunca la he visto en este lugar antes”. Pensando de esta manera, la llamó, “Madre, ¿has venido a nuestra casa o buscas a alguien en los alrededores?”. La dulce apariencia de Karcika hizo que Bhitarcha Mahapatra la considerara como una madre.

Carcika le suplicó: “Oro para que me aceptes en tu casa como tu sirviente, ya que no tengo otra forma de sobrevivir, mientras ofrecía mis reverencias al Señor Jagannatha, Él mismo me ordenó venir a servir en tu hogar”.

El viejo estaba tan asombrado y con lágrimas en los ojos contestó. “Este es tu propio hogar, eres como mi propia madre, un hijo no puede negarle protección a su madre”.

Así Carcika se convirtió en su sirvienta. Gradualmente se acostumbró a los deberes del hogar y de la familia y se ocupó totalmente del cuarto de puja, limpiando los artículos hechos de bronce, los vestidos de las deidades diariamente y prendiendo las lámparas. Ella ejecutó su papel muy bien de madre que Bhitarcha Mahapatra pensó muy poco en su propia madre que acababa de fallecer. El tiempo pasó. La esposa de Bhitarcha se encontraba muy enferma y envejecida, por lo tanto estaba muy complacida con la ayuda y los buenos modales de Carcika. Algunas veces la gente se preguntaba: “¿Quién es ella? ¿De dónde ha venido?”.

Algunas veces Carcika se llenaba de sentimiento cuando se hablaba del Señor Jagannatha. ¿Cuál era la razón de ello? A veces le preguntaban: “¿Por qué no vas al templo y tienes darshan del Señor Jagannatha? Gente viene desde lugares muy lejanos a verlo, y tú que vives tan cerca no lo vas a ver”.

Carcika respondía tristemente, “Es cuestión de suerte. Algunas veces uno no está destinado para verlo. Yo visitaré a Jagannatha cuando Él derrame Su misericordia sobre mi”.

Un día una gran tormenta cayó sobre Puri. Toda la cuidad estaba a oscuras. Fue muy difícil para Bhitarcha Mahapatra encontrar el camino a casa. Finalmente llegó a la puerta tocando muy fuertemente. Carcika respondió con ansiedad: “Oh que terrible noche para andar fuera, cuando obscureció encendí una veladora y me senté a esperar, pensando que vendría en cualquier momento. Esa veladora ahora se ha apagado”.

Mahapatra había llegado del templo completamente mojado, le entregó a Carcika el Maha-Prasada y fue a cambiarse de ropa. Pero no había ni un fósforo para encender una vela y él no había traído del templo porque llovía demasiado.

Con gran sorpresa él preguntó, “¿Cómo es que has encendido la vela cuando no tenemos fósforos y todos los vecinos se han retirado a dormir ya? ¿Puedes encender otra? Ella respondió: “Sí, hay una manera. Permíteme iluminar la habitación”.

Inmediatamente ella asumió su forma original alargando una de sus piernas para alcanzar la cúpula del templo donde había encendido una lámpara y con ella encendió la vela del sacerdote. Al tener esa visión divina, Mahapatra casi cayó sin conocimiento no pudiendo creer lo que sus ojos miraban. ¿Cómo podía esta sirvienta asumir tal forma milagrosamente divina? ¡Y tan inmensa y gloriosa que era!. Toda la ciudad de Puri podía ser acomodada dentro del espacio que había entre sus pies. Un sentimiento muy profundo de temor y maravilla se apoderó de él. Después de un momento Carcika tomó su aspecto normal y la habitación se iluminó.

Mahapatra pensó que sus ojos lo habían traicionado y que se estaba volviendo loco. “No te preocupes, padre”, dijo Carcika. Bhitarcha Mahapatra se postró recto como una vara frente a ella y le suplicó: “¡Oh Madre! Por favor revela tu verdadera identidad. No soltaré tus pies hasta que lo hagas.

Tal demostración de la gracia divina de Dios estremecía al sacerdote una y otra vez. Él se sintió estremecido. Así Carcika le reveló todo. Especialmente las razones por las cuales ella había sido excluida del templo.

Bhitarcha exclamó: “Oh madre, por favor regresa a tu morada original. Yo voy a adquirir un permiso especial del Señor Jagannatha para que puedas ser admitida de nuevo. Al asegurarse de esto Carcika desapareció de la casa de Bhitarcha. Era después de la media noche. La lluvia había cesado. Pareciese como si todo hubiese ocurrido como un plan del Señor.

Carcika se acercó nuevamente a la puerta principal del templo y Balabhadra le dio una sonrisa de bienvenida. Así Carcika realizó que uno no puede mantener su posición aun de semidios si uno no cumple con sus deberes prescritos para el mantenimiento del mundo entero ya que estas son las obligaciones de un semidios.

Jagannatha le ordenó: “Ahora Estoy contento contigo. Te asignaré una responsabilidad adicional, que te ocupes de Mi propio carro durante el festival de Rathayatra. Aunque ya los sevakas están ahí para cuidar de Nandighosa, tú serás su deva.

Carcika permaneció en silencio y solo movía su cabeza con mucho afecto, luego se retiró. Era ya de mañana y Bhitarcha Mahapatra apareció ante las deidades para ofrecer su servicio regular.

Este evento ocurrió en el año 1368. Antes de partir, la semidiosa le dijo a Bhitarcha si él deseaba algo. El contestó que no tenía interés en nada mundanal pero si quería verla nuevamente. Ella le contestó, “Ve a tu cuarto de puja”, y despareció. Él la obedeció y vio que había sobresalido del piso una imagen en piedra de la Deva misma.

Aún ahora después de haber pasado más de seiscientos años, esta imagen todavía se encuentra ahí y siempre se le hace puja por los descendientes de Bhitarcha Mahapatra.

¡¡JAYA JAGANNATHA!!