El Señor Jagannatha y Karmabai


Todos estaban profundamente preocupados, ya que los rituales del templo abruptamente se interrumpieron. Ningún ofrecimiento a Jagannatha era aceptado por Él. Nadie sabía cuál era la razón. Como último recurso el rey de Puri fue informado que ningún ofrecimiento era aceptado por Jagannatha.

El rey Virakisora Deva estaba profundamente consternado cuando él escucho que el Señor Jagannatha se encontraba tan molesto como para rehusar la comida ofrecida a Él tres veces diariamente.

A pesar de una puja con mucha devoción, no había señales de aceptación en la gota de agua en la mano del pujari. Se dice que Jagannatha acepta el ofrecimiento cuando su imagen puede ser vista en la gota de agua al tiempo del ofrecimiento de bhoga.

Simplemente, la comida se echaba a perder al momento. De pronto el rey recordó un sueño que había tenido la noche anterior, como si Jagannatha tratara de decirle algo. “¡Oh Rey! ¿Te has olvidado de Mí? ¿Qué clases de arreglos haces para esos que vienen hacia Mí? ¿Estás cuidando bien de Mis devotos? Quizás tú creas que Yo no puedo sentir su sufrimiento porque estoy solamente hecho de madera, pero Yo siento todo lo que cualquier mortal pueda sentir. Karmabai de Maharashtra es Mi devota querida. Ella se encuentra en dificultades en Puri, pero nadie le ha brindado una ayuda. Yo cuido de ella, porque ella se ha entregado completamente a Mí, al menos que se alivie de su pena Yo no aceptare nada de los pujaris”.

Ahora el rey Virakisora Deva estaba en un gran dilema. Él realizó que el sueño era verdadero. Una búsqueda completa se inició para encontrar a Karmabai. El rey dio órdenes de que ella fuese traída ante Él, dondequiera que esta se encontrara. Muchos trataron de encontrarla, pero fue en vano.

Badu, uno de los indagadores, arribó a una ermita y observó que el ofrecimiento hecho ahí al Señor Jagannatha reflejaba profunda devoción. Él tocó la puerta.

“¿A quién buscas?”, preguntó Indraswami el guru. “Busco una dama llamada Karmabai”. La atmósfera entera del lugar estaba saturada con un aire de divinidad y gracia.

Badu entró en un estado meditativo. “Oh Badu. Yo estoy aquí en intimidad aunque no en esplendor y abundancia”. Era la voz del Señor.

Entonces, Karmabai, salió de la cocina de la ermita, ella estaba ahí con su maestro Indraswami. Badu vio una comida deliciosa ser ofrecida a Jagannatha con un aroma tan jugoso que sólo es encontrado en comida ofrecida en el templo. Sintiéndose bendecida por la gracia del Señor, Karmabai e Indraswami no habían regresado a Maharashtra, aún cuando vinieron a Puri por un corto peregrinaje. “Jagannatha es todo para ella”, dijo el viejo guru.

En cuanto más sabía Karmabai de Jagannatha, más enriquecida se sentía. Por lo tanto decidieron no dejar el lugar, aún al costo de muchas penalidades físicas o la vida misma. Una vez, mientras Karmabai estaba en el templo, el más delicioso Prasada para Jagannatha se declaró que era inofrecible. Karmabai inmediatamente corrió hacia Jagannatha y lloró. “¿Por qué haces semejante travesura?, quizás tú quieres Prasada de mi mano!”. Karmabai rápidamente trajo una olla de comida para ofrecerle a Jagannatha. Ella totalmente olvidó el ritual propio, como los rituales del corazón son superiores.

Ahora Badu Majapatra estaba parado en frente de ella junto a la ermita. El dijo, “se te ordena que te presentes ante el rey lo más pronto posible. No puedo tomar Maha Prasada aquí debido a que no se ha ofrecido al Señor en el templo primero y con las debidas formalidades”.

Al ver a Karmabai en su palacio, el rey ordenó al tesorero que cuidara de su manutención diaria. Entonces Karmabai solicitó al rey, “Oh raja. Permite mi platillo khechedi, una clase de arroz pullao, sea ofrecido como si hubiera sido preparado por Maha-Laksmi, la esposa del Señor Jagannatha”.

“No está correcto negarle su solicitud, pero no es práctico concederle su deseo tampoco”, meditó el rey. “Veamos la voluntad de Él”.

Todo el mundo estaba entusiasmado esperando por la respuesta”. ¿Seré culpada y apartada por Él por esta audacidad?”, lamentó la pobre mujer. “Las gopis en Dvapara- yuga sacrificaron todo por Sri Krishna, y sus anhelos nunca cesaron”. Muchas dudas llenaron su mente. La campana del arati empezó a sonar adentro cuando la comida era ofrecida. El jefe de pujaris declaró que el ofrecimiento sería aceptado si la imagen del Señor Jagannatha podía ser claramente vista en la gota de agua que sostenía en su mano.

Después de algún tiempo, el pujari Salió del templo y dijo al enorme gentío reunido afuera: “El Señor está comiendo”. Lágrimas de amor y gratitud corrían por las mejillas de Karmabai. Al aceptar su ofrecimiento el Señor daba a conocer que Él aceptaba como si fuese de él.

Hasta este día, uno de los cincuenta y seis artículos que se ofrecen diariamente en el templo y que se dan como Maha-Prasada se llama el Khechedi de Karmabai.

¡¡Jaya Jagannatha!!