El Señor Jagannatha y la princesa Visnupriya



Después de tantos años de investigación una incurable enfermedad se burlaba de los doctores de Rajasthan.

Los astrólogos habían dicho sus predicciones, y aunque todos los sacrificios y pujas se habían ejecutado a los Dioses para una curamción milagroso, la enfermedad de la Reina empeoraba día con día.
El Rey Jayasimha de Kota en Rajasthan estaba muy preocupado por la salud de su amada Reina, Candravati.

El sentía que era inútil vivir si ella muriese. Debido a esta constante preocupación, el Rey se olvidó de sus ocupaciones del reinado. El dedicó todo su tiempo al cuidado y bienestar de la Reina, A pesar de todos los esfuerzos, su muerte era inminente.

Con su cara pálida y miserable; la joven princesa Visnupriya, sentada al lado de su madre. Con sus oraciones sin ser escuchadas, como si los dioses se hubiesen convertido en piedra.

Un día Visnupriya escuchó afuera del palacio la dulce voz de un limosnero cantar cerca de la ventana, y enseguida envió a un sirviente a averiguar quién era. “Un yogi del lugar santo de Sri Ksetra está cantando canciones al Señor Jagannatha. Él nos dio un grano de Maha-Prasada de su tazón cuando le preguntamos acerca de sus intenciones”. El sirviente informó a la princesa. “Nuestra Reina se curará si lo toma. El Señor Jagannatha responderá si a Él se le reza con seriedad y buena fe”.

Inmediatamente, el ánimo de la princesa se levantó Y con el corazón contento, Visnupriya aceptó el grano de Maha- Prasada. Aunque ella nunca había ido al lejano estado de Orissa a visitar el gran templo del Señor Jagannatha, ella pensó, “Si, Jagannatha es trascendental, y comida que ha sido ofrecida a Él es también trascendental”. Ella se acercó a su madre con el Maha-Prasada del Señor.

La Reina parecía un esqueleto. El color rosado de su cuerpo se había transformado en fantasmal y sin color, su rostro era pálido y sus mejillas hundidas, con sus ojos sumidos en sus orificios. La muerte tocaba la puerta.

Visnupriya se inclinó ante la cara de su madre y dijo fuertemente, “por favor, madre, abre tu boca .Esta es Maha-Prasada del Señor Jagannatha, el doctor supremo de cada uno”.

Súbitamente un rayo de sol iluminó la cara de la madre. Abrió sus ojos y comió el bocadillo de Maha-Prasada aun cuando su lengua no podía saborear nada. Una sensación divina sacudió su cuerpo. Cuando la comida bendecida pasó a su garganta su cuerpo se purificó y todos sus pecados se exoneraron.

Un regocijo inexplicable reinó sobre su cara como si ella resultase victoriosa y sin temor ante la presencia de la muerte. Esa tarde la enfermedad de la Reina se agudizó y pasó la noche entera en dolor. La princesa Visnupriya cantó canciones devocionales sobre la niñez del Señor Krishna y permaneció al lado de su madre.

El Señor Jagannatha es una cuidadela de misterios, insuperable aun por los Semidioses. El hombre mortal es demasiado frágil para comprender Su majestuosidad. Su gracia y misericordia son inescrutables e infinitas.

Anteriormente en una ocasión la Reina visitó al Rey de Puri por algunos días invitada por el mismo. La Reina empezó a recordar, “mi hija Visnupriya nació con las bendiciones del Señor Jagannatha”.

En su visita a Puri, la Reina había orado para tener una hija resemblando la apariencia del propio Señor, para que así la Reina pudiera pasar el resto de sus días en buena compañía. “Que sea yo tan afortunada en tener una hija y que el Señor Jagannatha se convierta en mi yerno”. Ella oró.

Toda la noche la Reina era atendida por sus sirvientes. Por la mañana ella se sintió un poco mejor. Mientras Visnupriya pasó toda la noche en vigilia, soñó que Jagannatha estaba parado con sus manos abiertas esperando ser enguirnaldado por ella. Él trataba de esconder su media sonrisa que aparecía en sus labios. Visnupriya sintió como si fuese jalada y abrazada por Él. ¡Qué éxtasis al estar en un intenso abrazo de Jagannatha! Una felicidad divina saturó su ser. Como si tan sólo ella pudiera tener esa fortuna.

El sueño de Visnupriya se interrumpió cuando su madre le pidió que tomara descanso o ella se enfermaría también.

Después de esto la princesa tuvo muchas noches sin dormir. Solamente cuando su madre la llamaba ella salía de sus sueños.

Le llevó algún tiempo reponerse, pero el sueño que ella tuvo hacía algunas noches no se podía borrar de su memoria. Ella pensaba como podría ser una sirvienta del Señor Jagannatha y como Él podría ser suya del todo.

Después de estos incidentes en su propia casa, Visnupriya estaba convencida que Jagannatha era Sri Krishna encarnado, El Señor Supremo de todos. Si no cómo pudo su Maha-Prasada curar a su moribunda madre.
Un largo periodo de tiempo pasó. Cada vez que alguien llegaba de Puri en el Reino, él era tratado como a un Rey, así era la devoción de la familia Real hacia el Señor Jagannatha.

Una vez el jefe de pujaris del templo de Jagannatha Taluchha Mahapatra, vino a este distante lugar de Kota en Rajasthan, cerca de la frontera de Kasmir. El había venido a distribuir Maha-Prasada en el distrito del Reino.

Como se dice que Maha-Prasada es cocinada por Maha laxmi, quien es la esposa del Señor Jagannatha y bendecido por Vimala, la diosa madre del templo que cura y purifica. Tiene un sabor dulce y celestial y aún el temor de la muerte puede ser dispersada al probarla.

Sabiendo el profundo amor que la princesa le tenía al Señor Jagannatha, Taluchha Mahapatra arribó con Maha-prasada. Al probarla por segunda vez Visnupriya tuvo otra visión. Con una sonrisa extática en su cara ella escucho al Señor decir: “Yo, El Señor Visnu, Soy tuyo porque tú eres Mi amada”.

Una ola de inexplicable felicidad cubrió su cara. Desde esa ocasión ella siempre mantuvo una fotografía del Señor Jagannatha cerca de su corazón. Frecuentemente sintió como si ella fuese abrazada por una fuerza súper humana muy poderosa. Entre mas sentía esta presencia con ella ya no sentía hambre y sed, ella se perdió completamente en esta conciencia y estaba tan llena de deleite y con un sentido de rendición al estar rodeada de los brazos del Señor Jagannatha. Sus mejillas se sonrosaron al paso de cada día, al estar tan feliz de ser besada por sus resplandecientes labios.

Ella empezó a experimentar un fenómeno divino en su cuerpo joven increíble a la imaginación humana. Cuando estas experiencias divinas pasaron, sintió la más grande de las angustias, por lo tanto ella quería siempre soñar.

Después de una corta estancia, Taluchha Mahapatra se preparaba para partir. La Reina le obsequió varios regalos para el Señor. El preguntó a la princesa si le gustaría dar algún ofrecimiento a Jagannatha.

La princesa Visnupriya meditó. “Al menos esto debería de ser comunicado a Él, que estoy completamente rendida a Él, y que siempre estoy esperando que Él aparezca para que yo caiga postrada a sus pies. Yo no tengo ningún otro ofrecimiento porque Jagannatha es el dueño de toda la riqueza cósmica”.

Ella empezó a escribir una carta con una pluma de oro y con olor de almizcle: “El está en todas partes como el espacio, y hay suficiente espacio en sus brazos abiertos para todos. Tú no tienes que ir a ningún lugar para que Él este contigo”. Esta fue la única sloka en sánscrito que le vino a su mente, así que ella la escribió y envió junto con diez monedas de oro.

De regreso al templo, Taluchha Mahapatra tenía cierta curiosidad por saber el contenido de la carta enviada al Señor. Con mucha anticipación y algo de aprehensión la abrió y empezó a leerla. Él pensó, “¿que es esto? Aunque ella es la hija bien educada del Rey, ella ha escrito tanta tontería. ¿Por qué yo debería de llevar semejante basura al Señor Jagannatha? Por lo tanto tiró la nota en el camino y continuó su viaje.

Totalmente exhausto, el jefe de pujaris llegó a su casa en Puri e inmediatamente tomó descanso, mientras dormía, ÉL Señor Jagannatha le habló en un sueño, “has traído las monedas ofrecidas por Visnupriya, pero no la carta la cual trataste como basura, no obstante esa carta no era para ti”.

“¿Hiciste tu deber? A tu mundana mente esa nota era solo un garabato infantil, pero para Mi era más valuable que el oro, escrita como fue con tanto amor y afecto por Mí. Cuando vengas al templo por la mañana ve y busca donde está la carta. Yo la recogí al momento que tú la tiraste y la sostengo muy cerca de Mi corazón”.

Taluchha Mahapatra inmediatamente despertó. Después de terminar con sus quehaceres matutinos, se dirigió hacia el templo y abrió las puertas selladas.

Él se sintió muy humilde; en completa vergüenza, temor y aprehensión fue hacia Jagannatha. Al ver la carta pegada al pecho del Señor, cayó al suelo enfrente de Jagannatha y oró: “¡Oh Señor, he cometido un terrible disparate en ignorancia. Errar es humano y perdonar es divino. Por favor perdóname!”.

Para eso los devotos empezaron a cantar las oraciones matutinas. “El Señor se regocijó de esto. Su cara negrita se miraba más hermosa que nunca. Su belleza negra, es una belleza como el cielo mismo. Un misterio para todos, pero una delicia eterna”, pensó Taluchha Mahapatra.

De esta manera el jefe de pujaris del templo de Jagannatha supo lo que era la devoción real. Visnupriya fue una olvidadiza de todas las cosas. Ella pasó el resto de su corta vida, sumergida solamente en los pensamientos del Señor.

¡¡JAYA JAGANNATHA!!