El Señor Jagannatha y el orgulloso devoto


En el año 1727 Dhananjay Mehta, un hombre muy rico de la ciudad de Hyderabad, al sur de la India, vino a Puri. Él estaba muy orgulloso por su riqueza. Había venido con su familia, aunque personalmente no tenía fe en Jagannatha. Así que mientras se encontró ahí decidió retar a la extraña imagen hecha de madera.

En el templo, preparaciones de alimentos son ofrecidos a las Deidades tres veces al día. Dhananjay Mehta públicamente declaró que iba a dar una donación de 100.000 rupias para Jagannatha únicamente si los cocineros podían ocupar todo el dinero en preparar una ofrenda de prasadam. En aquellos tiempos la fruta y la verdura eran muy baratas. Cien rupias eran más que suficientes para comprar bhoga y preparar una ofrenda. Mil rupias eran demasiado. Por lo tanto nadie en el templo podía imaginar qué comprar con 100,000 rupias. Esto se volvió un gran problema para los adoradores del famoso templo de Jagannatha.
Sin lugar a dudas estaban acongojados de ver semejante actitud de reto del así llamado devoto. El sacerdote decía: “¿sabrá él que tal cantidad es demasiado? ¿Deberíamos pedirle una donación más pequeña?”.
Jagannatha es grande, Su templo es majestuoso, Sus rituales son místicos y divinos, así que como le podemos decir a este hombre que de menos.

En este tiempo, la mantequilla era el ingrediente más caro, ¿qué clase de prasadam debería prepararse que llevara tan solo ghee? ¡Pero ese millonario de Hyderabad quiere un prasadam que cuesta 100.000 rupias!

Desde el origen del templo mismo, miles de personas han sido servidos con maha-prasadam en el Anada Bazar del templo, muchos tipos de sabrosuras se han ofrecido en abundancia. De hecho el templo del señor Jagannatha es el único en el mundo donde se ha considerado el maha-prasadam aun más valioso que el darsana. Todos pueden comer sin tomar en cuenta, casta, color, o credo, pero nunca de había presentado un problema como este.

Los cocineros no sabían qué hacer. Finalmente ellos decidieron: “Comuniquémosle este problema a Jagannatha mismo y que se cumpla Su deseo”. Él no es un hombre de carne y hueso al que se le ora por un simple deseo. Que se ejecute dharana, o la adoración el grupo, frente a Él. Así el pandit ofreció una oración: “Oh Señor, por favor escoge los alimentos que Tú deseas”.

Al mismo tiempo, el millonario estaba ansioso de volver a sus negocios en Hyderabad, no quería permanecer por más tiempo en Puri, así que le pidió al Pandit que lo visitara y le informara acerca de su decisión concerniente al prasadam.

El Pandit le contestó que estaban esperando que el Señor mismo les diera la respuesta.
Al hombre rico le agradó esto y no le importó permanecer por más tiempo en Puri. En esta dulce manera, el Señor le estaba enseñando. Uno primero debe saber cuál es el deseo de Dios y luego actuar conforme a este.

Cien mil rupias era una miseria para el Señor quien reina sobre innumerables universos. A su debido tiempo Jagannatha dio la respuesta al sacerdote, hablándole en un sueño: “Que esta persona adinerada me ofrezca un pedazo de pan. Pero la nuez de betel que va adentro de la hoja de pan no deberá estar untada con lima sino con polvo de una perla finamente molida. Aún mas, dicha perla deberá de encontrarse dentro de la cabeza de un elefante”.

Ahora bien, una pieza de pan se puede comprar muy barata, aun hoy en día cuestan 50 paisas o menos, pero con este ingrediente tan raro por dentro, el costo sería excesivo. Inmediatamente el Pandit corrió en busca de Dhananjay Mehta y le contó la historia completa. “¿No es esto increíble? Jagannatha quiere únicamente una nuez de betel, pero quiere que sea preparada con la perla encontrada en la cabeza de un elefante”.

Al escuchar esto, la cara de hombre palideció, él pensó: “¡Tan solo una nuez de betel! ¿Nada más que eso?”. Se dice que un elefante vale 100.000 rupias vivo o muerto. ¿Cuántos elefantes tendría que matar para poder encontrar una perla? No todos los elefantes tienen una perla dentro de su frente.

¡Esto es muy raro! Ciertamente uno en un millón tendrá una perla en su cabeza. El hombre comenzó a tambalear. Había sido derrotado. Era incapaz de ofrecerle al Señor una simple nuez de betel. Desatándose el turbante y quitándose las sandalias, corrió hacia el Señor con una bolsa conteniendo las 100.000 rupias. Una gran muchedumbre lo siguió.
Todos miraban atónitos. El Señor había vencido al millonario de su propio juego de monedas y centavos. Al final su orgullo humano fue desecho. Comenzó a sollozar, queriendo alcanzar al Señor Jagannatha con un llanto irrefrenable como el de un niño.
Completamente derrotado y con plena devoción el oró: “Oh, Señor he cometido el desatino más estúpido del mundo, ya que soy incapaz de ofrecerte tan siquiera una nuez de betel. ¿Qué más se puede ofrecerte? Oh, Señor, perdóname, soy un caído, insignificante frente a Ti. Pero, también Tú me has hecho un sabio. Todo Te pertenece y Tú lo eres todo. Toma todo lo que tengo. Por favor acepta la roja y dulce nuez de betel de mi corazón.


¡JAYA JAGANNATHA!