El Señor Jagannatha y Gita Panda

“¿Qué no tienes sentimientos? tus tres hijos están sufriendo de hambre últimamente, ¿cuanto tiempo podrán sobrevivir sin alimentos? ¡Deja ya de leer esas lecturas épicas que no sirven para nada! Deja de holgazanear bajo este ardiente sol y ve y mendiga por comida”.
Aunque su esposa le ordenaba que saliera a pedir comida para sus hijos, el panda no respondía. Después de bañarse por la mañana, el recitaba El Bhagavad-gita el cual era su hábito diario. Pero esta vez su esposa le gritó, “¡que criatura tan sinvergüenza! ¡Tú constante recitar solo encuentra respuesta en el llanto lastimoso de estos niños hambrientos, y aún así continuas leyendo el Gita! ¿Acaso nos alimentaremos de eso? ¡Sal inmediatamente a mendigar!”.

El pandit respondió a gritos: “¡tú si que no tienes corazón, ni siquiera me permites terminar mis oraciones diarias! Es inmaterial si el Gita no tiene valor para ti. Por lo menos, permite que otros tengan la oportunidad de leerlo. ¡Simplemente por estar casado contigo no tengo el derecho de leer el Gita!”. La esposa replicó: “tira ese libro, ¿porqué te casaste conmigo si estabas tan habituado a eso? Además, ¿para qué engendraste tres hijos?”.

Gita Panda respondió: “Por favor, recuerda esto, el hombre no ha sido el autor de este libro. El Señor Krishna entregó este mensaje del Gita en la batalla de Kuruksetra. Esta no es una novela barata. Una vez que lo has comenzado a leer, tienes que terminarlo. Estas son las palabras del Señor. Ten paciencia y deja que termine”.

La esposa comenzó a llorar ante esta respuesta tan contraria, “¿Cómo puede haber hombre tan cruel como tú en este mundo? Oh, ¿cuál será nuestro destino? Tú eres un sacerdote, un gran pandit. Me acabas de dar un consejo, pero yo conozco tan poco del Gita. En el Gita el Señor insiste que debemos cumplir con nuestro deber antes que todo, ¿significa esto que debes únicamente recitar el Gita todo el tiempo?”.
El pandit contestó muy irritado: “El Gita dice que todo debe ser ofrecido a Dios, este es el punto principal del Gita- sea esto dolor o placer, vicio o virtud. Él es el verdadero ejecutor de todo. Nada es independiente de Él. No hay razón de preocuparse en tiempos difíciles. Tampoco debes de sentirte feliz en la abundancia. Él es la única providencia, así es que no debe de haber sentimiento de pérdida o de ganancia. Ni tú, ni yo, ni nadie más puede refutar este argumento. ¿Por qué hablas de esta manera tan desquiciada? Yo no puedo refutar la verdad que ha sido escrita en las antiguas hojas de palma”.

Su esposa dijo en un arranque de ira: “¡Dame una pluma! Voy a rasgar todas esas líneas”. Después de hacerlo, replicó con indiferencia: “¡Mira con qué facilidad puede ser censurado y borrado! Viendo este comportamiento tan ofensivo en su esposa Gita Panda gritó: “Es muy malo escribir sobre las líneas que han sido dadas por el Señor Mismo tan solo para satisfacer tus propósitos. Esta conducta causará una ira divina, todas mis virtudes y buenos actos han sido tirados al viento por este acto tan maligno e inmaduro”.

Gita Panda se tiró al suelo con el libro en su pecho, sintiéndose muy deprimido y lleno de ira y de tristeza. Lágrimas rodaban por sus mejillas. Su esposa empezó a sollozar, luego sus hijos también se les unieron.

La esposa pidió que la perdonara por el desatino que había cometido en un momento de ira. Aún así, ella no podía dormir por la noche. ¿Sería alguna vez perdonada por el Señor Jagannatha?
Ella tenía una familia de cinco que cuidar, dos niñas, un varón y su esposo, quien se dedicaba a mendigar y a recitar el Gita en las veintidós gradas de la entrada principal del templo conocida como Basipabacha. Ellos sufrían de una pobreza muy grande.

¿Puede otra escritura ser igual al Gita, el cuál ha sido emanado directamente de la boca del Señor supremo?
Esa era la razón por la cuál él leía y recitaba exclusivamente el Gita en las calles. A él se le conocía como pandita, un gran maestro del Gita, por ello la gente lo llamaba Gita Panda.
Todo esto ocurrió en los años 1500, en ese tiempo ocurrió una sequía muy severa en el área donde vivía Gita Panda. Fue una gran pérdida para la agricultura. Mucha gente en las aldeas se volvieron mendigos. Nadie en las aldeas cercanas podía dar limosna. Fue un gran período de carencia y de tristeza para todos. Gita Panda no tenía donde refugiarse sino en Dios. Él tenía intensa fe en la divina providencia.
Gita Panda vivía en la morada del Señor, Nilacala-Dhama , la montaña azul la cual se conoce como Puri. Todo era azul, ya fuera el templo, el cielo o el mar. Gita Panda sabía que Jagannatha dentro del templo daba provisiones para cada criatura.

La diosa de la fortuna Maha-Laksmi residía ahí. Así que ¿cómo había temor de pasar hambre en tan santo lugar?
Gita Panda estaba soñando todo esto cuando alguien tocó a su puerta. Al abrirla, su esposa muy asombrada vio a un hombre parado ahí con gran una carga de arroz, ghee, dhal, queso, cúrcuma y mostaza sobre sus hombros. Ella le preguntó con respeto: “Señor, bondadosamente hágame saber cuál es la casa que usted busca y lo guiaré a ella”.
“¿Es esta la casa de Gita Panda?”, preguntó el mensajero.
“Si, esta es”, le hizo saber la esposa.

“Estos alimentos han sido enviados a él, Su amigo Jagu, los ha enviado”. Descargando la bolsa pesada, el hombre sintió un gran alivio. “Por favor tome esto”. La mujer en un estado de desconfianza y asombro llevó todos los alimentos dentro de la casa. De pronto la casa de Gita estaba repleta de alimentos.

“¿Cuál es tu casta? Tú no pareces que pudieras cargar semejante carga desde tan lejos?”, preguntó la esposa. “Amable madre, soy un lechero y el hijo menor de Vrajaraja. Tú no me conoces, pero tu esposo me conoce muy bien. Su amigo arregló para que toda esta comida fuese traída aquí. Ahora permíteme despedirme, tengo otros asuntos pendientes”.

“Panda está descansando, por favor permítame que le prepare una cena. Usted ha trabajado tan duro por tantas horas por nosotros, coma algo, antes de que continúe el viaje”.


“No madre, muchas gracias, pero no tengo tiempo que perder. Además que no puedo comer nada porque mi lengua esta rasgada”, contestó el mensajero, mostrando este su lengua. “Oh, que lástima”, dijo ella admirada. “¿Quién hizo esto?”. “Por favor no pregunte, el Panda ya lo sabe, a él no le importará si parto sin haber comido bocado alguno”.
La esposa no pudo persuadirlo para que se quedara. Así que se puso a cocinar para sus hijos. El hombre desapareció inmediatamente.
La comida estaba lista en el momento en que el Panda se despertó. Esta mañana en particular se sentía como si hubiese sido poseído por el Señor. Se asombró de ver a su esposa cocinando, así que preguntó: “¿Cómo es posible que hayas preparado todo esto?”. “Uno de tus amigos, Jagu, mandó todo esto con un mensajero. Ven a ver. Nuestra cocina está repleta de comida”.

“Desafortunadamente, el mensajero desapareció sin haber probado bocado alguno porque su lengua estaba rasgada”, dijo ella.
Un escalofrío se sintió por el cuerpo de Gita Panda. Él miró a su esposa con asombro. “Debemos de ir al templo inmediatamente”, dijo él. Juntos entraron al templo. La mujer aún estaba asombrada.
“Oh, mi Señor”, “lloró el Panda. “Ve y mira de cerca al Señor Jagannatha sentado en el altar”, le dijo a su esposa.
Ambos pudieron ver con claridad la deidad de Jagannatha, aún más, pudieron ver su lengua. Estaba rasgada y sangrando.
El Panda y su mujer presionaron sus cabezas contra la pared y comenzaron a orar: “Oh Señor, nosotros somos muy caídos, por favor perdónanos”.

De pronto escucharon el eco de una voz que venía de las paredes del santuario interno que dijo: “Yo ayudo a aquellos que Me oran”.

¡¡JAYA JAGANNATHA!!